Siguiendo la receta de los días felices, me puse a buscar con empeño, todos los ingredientes que exigía...Busqué el brillo de mis ojos reflejados en los tuyos, busqué las ilusiones perdidas, exploré durante años a la busqueda de la sonrisa que me hiciera sonreir.
Y seguí...recogí las miradas desde lejos, las caricias, las manos fuertes pero suaves y cargadas de ternura, los besos de muchos colores y sabores, la pasión, el deseo, la complicidad, la magia de los sueños, los días de sol aun cuando hay nubes o es de noche, los "te quiero", los "te echo de menos", los "cuidamos lo nuestro".
Me guardé un puñado de ilusiones compartidas, unas cuantas de canciones a medias contigo, unas frases de esas que tan solo los dos conocemos...
Para la salsa, hice una reducción con las tristezas que los dos guardabamos en el alma, con los miedos, con las normas que ninguno sabemos quien puso, para ello añadí dos cucharadas soperas de osadía, un vasito de confianza en que "podemos" y unas gotitas de alegría.
Y finalmente o para empezar, porque aqui el orden de los ingredientes no importa, solo importa que se den...añadí los deseos de tenerte y de tenernos, las ganas de quererte y de querernos, la vida contigo, vivir cosas desde tus ojos, compartir el peso de tus zapatos y la ilusión de comernos a besos.
Importante...hacerlo a fuego suave y lento, despacito, con cuidado...
El plato quedó perfecto...se llamaba AMOR y lo mejor es...que era el nuestro.
.jpg)
