Despues de la ansiedad, los miedos, los nervios, el calor...ella se quedó dormida en sus brazos, mientras él la contemplaba, con la calma que se contagia al observar a alguien que duerme y más, si ese alguien era ella.
Él pensó en todo el tiempo que ya habían perdido y decidió que no estaba dispuesto a dejar escapar ni un minuto mas, ni una sonrisa, ni una ilusión.
Se dió cuenta de lo feliz que era en ese momento y que casi ninguna dificultad le parecía realmente difícil de afrontar si los dos estaban juntos. Entonces, la abrazó suavemente y se dejó vencer por el sueño con una abrumadora sensación de paz. Acababa de vivir un sueño y esperaba que no fuera el último.
Pasaron horas hasta que se despertaron, primero lo hizo ella, se quedó mirándolo, se restregó los ojos como si tuviera el convencimiento de que aún no se había despertado y él , realmente no estuviera a su lado, era solo producto de su imaginación...lo tocó y sí, estaba ahí. Acarició su cara con cuidado, muy callada, quería verlo dormir, estaba tranquilo.
Despues paseó su mano por el cuello de él, por su pecho y llegó hasta una de sus manos, esas manos que tanto le gustaban. Se despertó, con la mirada de un niño inocente, la besó y se quedaron , no se sabe cuanto tiempo abrazados, temiendo, tal vez, que aquel sueño terminara.
Ella lo vió levantarse, él se dirigió hacia el baño y comenzó a llenar la bañera, cuando estuvo llena, le dijo a ella que se bañaran juntos. Asi, le enjabonó el pelo, le froto la espalda, los pechos, las manos, los dedos uno a uno, al compás de los besos, unos cortos y traviesos, otros largos y apasionados. Continuó bajando por su abdomen, su sexo, sus nalgas, sus piernas, muy largas... Cuando terminó de enjabonarla la sentó de espaldas a él y le hizo un hueco entre su pecho y sus piernas, para que se acurrucara, al tiempo que la acariciaba. Ella pensó que el paraiso debía ser lo mas parecido a aquello.
Se dejó mecer por sus brazos, se dejó querer como nunca lo había hecho, se dejó cuidar por la persona a la que hasta entonces solo había creido poder cuidar ella...lo vió grande y cercano, tierno, seguro de sí mismo y se sintió protegida.
Cuando la tibieza del agua se hizo patente, ambos se levantaron, quitaron el tapón de la bañera y abrieron el agua de la ducha, entre besos, caricias que se fueron haciendo mas y mas cálidas, mas y mas impetuosas...él la colocó sobre su miembro erecto, apoyando los muslos de ella en sus caderas, sujetándola firmemente con las manos en sus nalgas, ella con sus manos en la pared de la ducha, hasta que los jadeos se hicieron uno, al tiempo que todo desaparecía ante sus ojos y solo quedaban ellos, convertidos en uno solo.
CONTINUARÁ...nunca se sabe
(No siempre "solo yo" soy yo...)